viernes, 2 de agosto de 2013

5.2.1. Desarrollo evolutivo de los chicos y chicas más capaces.

5.2.1. Desarrollo evolutivo de los chicos y chicas más capaces. pag 182.

Como grupo, chicos y chicas presentan buen desarrollo físico, escolar y social y dan satisfacciones personales y profesionales a padres y profesores.


En la infancia.
Las chicas evidencian la capacidad más precozmente que los chicos.
Las/los moderadamente superiores en coeficiente intelectual y rendimiento, es decir las situadas entre los percentiles 90 y 95, gozan de buena salud física y mental y muestran buena adaptación social.
Sin embargo, los intereses, actitudes y aspiraciones de las chicas dotadas son más similares a los de los chicos dotados, que a la media de las chicas en general y se divierten con una amplia variedad de aficiones y juegos tradicionalmente asociados a chicos. Al mismo tiempo mantienen intereses y juegos típicamente femeninos.


En la adolescencia.
En las chicas respecto a los chicos, se producen cambios diferenciales en las actitudes, intereses, aspiraciones y rendimiento pero son más sutiles que los que ocurrían hace diez o veinte años.
Los modelos y opciones curriculares como la aceleración parcial de curso o los programas de enriquecimiento fuera del aula ordinaria, son más valorados por los chicos.
En la infancia se les premia por su éxito académico, en la adolescencia se les pide éxito social y conformismo y mantienen rendimientos iguales o mejores que los de los alumnos superdotados.
Las chicas prefieren permanecer con sus iguales de edad, tendencia que va declinando conforme aumenta la visibilidad social y profesional de las mujeres.
Hacia los 14 años pasan del deseo de autoestima y éxito al de amor y pertenencia, decrece el autoconcepto y la confianza en sí mismas y en algún modo empiezan a padecer el síndrome de cenicienta (alguien, un príncipe vendrá a salvarla).
El descenso de la propia autoestima junto a la bajada de la guardia intelectual, produce su efecto (aunque con menos fuerza que hace dos décadas).
Se mantiene atenuado el miedo al éxito o temor a verse rechazada por destacar y por hacerlo en un campo reservado tradicionalmente a los hombres.


En la juventud.
Ambos géneros mantienen altos rendimientos en la universidad. La sociedad apoya el alto rendimiento académico de ambos géneros.
Hay una preponderancia de hombres en las carreras típicamente masculinas si bien cada vez más atenuada.
El síndrome de cenicienta y la falta de previsión del futuro es más típico entre las jóvenes. Los chicos planifican mejor su futuro desde la adolescencia, en buena medida porque los padres y el entorno ejercen sobre ellos mayor presión en este sentido.
El mensaje sobre su rendimiento profesional es más ambiguo y las chicas se sienten perplejas o prefieren no pensar cómo compaginar planes profesionales de alto nivel con matrimonio y familia.
Otras, incómodas con un compromiso profesional exigente que pueden tener que abandonar, optan por metas más bajas y cambian de planes académicos y profesionales.


En la edad adulta.
Comparadas con sus iguales de similar capacidad, decae el rendimiento profesional de las mujeres inteligentes.
La edad de casarse y de tener hijos parecen ser determinantes para el futuro profesional de las mujeres brillantes. Cortar el desarrollo profesional en los últimos años de la juventud, suele conducir a situaciones casi irreversibles en cuanto al grado y nivel de los logros posteriores.
Porque se espera de las mujeres que asuman cargas familiares no asumidas por la mayoría de los hombres, y las más inteligentes se encuentran a menudo atrapadas entre sus vidas personales y profesionales.

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